Una noche, Joseph Kidder fue golpeado casi hasta la muerte, arrojado a la calle inconsciente y expulsado de la familia para siempre, todo por su nueva fe. Y así comenzó su largo viaje desde la Babilonia de su vida secular en Irak hasta el asombroso amor de Dios y la importancia de rendirse a su plan. No conocía las muchas luchas y sacrificios que aún esperaban, pero la oración, su fe en las Escrituras y el apoyo de su nueva familia de la iglesia lo llevarían a una vida de ministerio y servicio.