Tú vales biológicamente, sexualmente y espiritualmente. Tú vales a pesar de tus derrotas. Dios te creó para que seas una bendición. Eres suyo y perteneces a un linaje escogido. Vales oro, y Él quiere darte en el cielo una corona de oro. Mientras tanto, debes vivir en este mundo con total plenitud con todo el derecho de alcanzar el propósito que el Señor ha establecido para tu vida. Él te ha dado un valor incalculable. ¡Que nadie te quite tu corona!