A pesar de que su padre era dueño de un yate, un jet privado y una línea aérea, Doug Batchelor llegó a revolver tachos de basura en busca de comida. La felicidad que Doug deseaba se le escapaba, hasta que un día comenzó a leer una empolvada Biblia. Lo que sucedió después solamente se lo puede describir como un milagro.