La Iglesia Adventista del Séptimo Día está en manos de Dios. Él es su fundador, su líder, su capitán, su general y su verdadera cabeza. Él ha levantado providencialmente esta Iglesia para una misión única, y no fallará en alcanzar el destino para el cual Cristo la creó. No importa cuán desafiantes sean los días venideros, cuán oscuro se vuelva el futuro ni qué dificultades atraviese la iglesia; el pueblo de Cristo, la iglesia de Cristo, los propósitos de Cristo y el plan de Cristo finalmente triunfarán.